La vida posee n paso y ritmo
particular, un torrente incesante de cambios que puede avanzar rápido o
despacio. Cuando intentas detener metal o físicamente ese flujo aferrándote a
cosas o personas, te rezagas. Tus actos se vuelven torpes, por que no están en
sintonía con las circunstancias presentes. Es como nadar contra la corriente en
vez de emplearla para impulsarte.
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