El temor de un hombre sabio







La posada Roca de Guia era suya, y tambien era suyo el tercer silencio. Asi debia ser, pues ese era el mayor de los tres silencios, y envolvia a los otros dos. Era profundo y ancho como el final del otoño. Era grande y pesado como una gran roca alisada por la erosión de las aguas de un rio. Era un sonido paciente e impasible como el de las flores ccorttadas; el silencio de un hombre que espera la muerte.


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