Soy yo el que se equivoca: Debería
alegrarme por ella, parece muy feliz y, en cambio, digo que la echare de menos,
que el matrimonio me la arrebatara. Si.
Lo pienso y quiero ser sincero conmigo mismo. Quizá la envidio. Puede que solo
tenga miedo. Pero ahora, en este instante, no logro sonreír.
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