La incomparable magia de los libros


Escribe: Ray Bradbury

Debes tener curiosidad como es que me enamore de los libros. Recuerda esto: el amor es el centro de tu vida. Las cosas que haces deben ser cosas que amas. Y las cosas que amas, deben ser las cosas que haces. Eso lo aprendes de los libros. Aprendí a leer cuando tenía 3 años. Me encantaban las tiras cómicas, los dibujos animados en los domingos. Tuve un libro de cuentos cuando tenía cinco años y me enamoro leer todas esas historias maravillosas como “La bella y la bestia”, “Juanito y los frijoles mágicos”. Y así empecé con la imaginación. Cuando tenía tres años vi mi primera película y me enamore de las imágenes en movimiento: “El jorobado de Notre Dame”; anhelaba crecer para ser un jorobado. A los cinco vi “El fantasma de la opera” con Lon Chaney; quede embobado. Vi una película de dinosaurios y los dinosaurios llenaron mi vida. Y entonces a la edad de seis años comencé a leer sobre dinosaurios.

Si llegue a trabajar en “Moby Dick” [Bradbury escribió el guion de la película que se filmo en 1953] fue porque me había enamorado de los dinosaurios cuando tenía seis años. Puedes ver cómo funcionan las cosas, como algo que comienza cuando tienes tres o seis o diez o doce años llega a convertirse en tus ficciones cuando tienes treinta.

Cuando tenía seis años viaje con mi familia desde Illinois a Tucson, Arizona. Cada vez que parábamos en un hotel de ruta a descansar, yo corría a la biblioteca acompañado por las hojas de octubre silbando conmigo. Esperaba encontrar a “El maravilloso mago de Oz” de Frank Baum, y “Tarzan” de Edgar Rice Burroughs, o cualquier libro que hablara de magia. Abría la puerta de la biblioteca, miraba alrededor, y toda esa gente estaba ahí esperándome. Las librerías son personas, no libros. Cada vez que abres un libro, la persona salta afuera y se convierte en ti. Miras a Charles Dickens, y él eres tú. Así que vas a la biblioteca y sacas un libro del estante y lo abres ¿y que estas buscando? Un espejo. De improviso hay un espejo ahí y puedes verte a ti mismo, pero tu nombre es ahora Charles Dickens. Eso es una biblioteca. Si el libro es de Shakespeare te conviertes en William Shakespeare, o te conviertes en Emily Dickinson o en Robert Frost o en cualquiera de los grandes poetas. Así que encuentras al autor que pueda guiarte en la oscuridad. Shakespeare comenzó conmigo, con Hamlet y Ricardo III. Y Emily Dickinson me condujo después, y Edgar Allan Poe dijo: “Por aquí, aquí está la luz”. Así es que vas a la biblioteca y te descubres a ti mismo.

Mi mayor influencia es John Steinbeck. Leí “Las uvas de la ira” cuando tenía 19 años. Cuando escribí “Crónicas marcianas” necesitaba una estructura. No me di cuenta que había recurrido a “Las uvas de la ira”. De noche, solo, cuando tenía doce y miraba al planeta Marte yo pedía: “Llévame a casa”. Y el planeta Marte me llevo a casa y nunca regrese. Lo importante es que cuando Salí de la escuela no teníamos dinero. Yo no podía ir a la Universidad y lo mejor que ocurrió fue que acudí a la biblioteca. La biblioteca educa. Los profesores inspiran, pero la biblioteca te satisface.

Tuve un trabajo vendiendo periódicos en una esquina y hacia diez dólares a la semana, y cada mañana me levantaba y escribía historias, y en las tardes me iba a la biblioteca. A los 19 pude expresarme acerca de mis pasiones en la vida y las puse en mis libros. Y ese es el secreto de mi vida. Gracias a Dios seguí en mi camino y no en el camino que la gente me dijo. Son tus ideas las que cuentan, y una biblioteca puede ayudarte con tus ideas, porque están todos esos grandes maestros, esos escritores te está enseñando cuando te sientas en medio de la biblioteca y los dejas irradiantes. ¿Es así o no? Tienes que ir a la biblioteca para educarte. La biblioteca es la respuesta.

Los libros son inteligentes, brillantes y sabios. El libro es más importante de mi vida es “Un cuento de Navidad” de Charles Dickens, porque es todo sobre la vida y la muerte. Es una combinación. Lees ese libro y sales cambiado, junto con ese Ebenezer Scroge. Lo que haya de Scroge en ti es derrotado, desaparece; así es un gran libro. A los 30 años escribí “El árbol de las brujas”, de alguna manera mi versión de “Un cuento de Navidad”.

Aquí tengo un libro de Scott Fitzgerald, “Suave es la noche”; tengo siete copias. He estado en Paris veinte veces. Cada vez que voy llevo este libro y comienzo en la Torre Eiffel y camino por Paris desde que amanece hasta el anochecer. Paro en restaurantes y leo otro capítulo, y al terminar el día ya lo he leído entero. Leer debe ser una experiencia total. Puedes leer mientras caminas y te sientas en los restaurantes y lees el siguiente capítulo, y te enamoras más.

Yo encontré a mi amor en una librería, no en una biblioteca, pero una librería es también una biblioteca. Encontré a una bella chica que espero por mí, y la invite a un café y a conocer y me enamore de ella y de los libros que la rodeaban. Y ella tomo votos de pobreza un año después y se caso conmigo, porque mis ingresos era nada. Era una chica rica, y dejo todo su dinero para volverse pobre como yo vivir en Venice [California], sin teléfono ni coche. Pero vivimos con amor libros y escritura. Es la respuesta a la vida. Si puedes encontrar una persona para amar, que ame la vida tanto como tú, y ame los libros tanto como tú, agárralo o agárrala y cásense. Es muy bueno, ¿no? Ja, ja. ¡La vida es maravillosa!

Fuente: Revista Hildebrandt en sus trece

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